viernes, 10 de julio de 2009

HISTORIA DE SAN JOSE DE CUCUTA

El historiador Rafael Eduardo Angel, uno de los más grandes estudiosos académicos de esta ciudad comenta en su libro “Historia de Cúcuta” lo siguiente: “La de los Motilones fue una de las tribus más difíciles de someter en todas las etapas de la conquista. El Valle de Cúcuta durante casi dos siglos fue el escenario del avance y retroceso en el proceso de dominación en el que las circunstancias obligaban a permanentes desviaciones de las rutas comerciales. Las fundaciones de la Grita (1567) y Salazar de las Palmas (1583) establecieron una línea fronteriza con los Motilones, entre tanto, Pamplona era el centro del poder administrativo y expedicionario, Ocaña era el punto obligado de la ruta comercial por el río Magdalena, y Mérida, era el punto de avanzada en dicho proceso, en el cual San Cristóbal era un punto intermedio en el camino. La proverbial rebeldía de los indios y sus constantes asaltos impedían el asentamiento de los blancos y las comunicaciones con las costas de Santa Marta, Cartagena y Lago de Maracaibo. La población de San Faustino fue el bastión de la lucha contra el motilón por la parte norte, y por el occidente Salazar de las Palmas. El pueblo de Cúcuta fue un asentamiento precolombino que Pedro de Ursúa lo dio en encomienda en 1550 a Sebastián Lorenzo por dejación de Miguel Tiebal y es el origen remoto de la fundación de Cúcuta, aunque se sabe por las leyes de indias que esos pueblos no tenían la organización de la vida municipal con gobierno propio y representación “del común” o de la “cosa pública”. Las riendas de esos pueblos estaban en manos del cacique, del clérigo doctrinero y del administrador o protector español. Esas agrupaciones humanas recibían el nombre de “reducciones”, en las cuales los naturales debían congregarse en pueblos nuevos, con comunidad de aguas, tierras y montes, entradas y salidas, y labranzas, y un ejido de una legua de largo, donde podían tener sus ganados, sin que se confundieran con otros españoles. La conducta hostil y reprimida de los indios motilones del pueblo de Cúcuta (hoy San Luis) para con los blancos habitantes del valle y los intereses económicos de estos fueron factores deter­minantes para que los últimos pidieran la erección de una parro­quia que llevaría el nombre del patriarca San José. Uno de aquellos pobladores o fundadores, fue la dama pamplonesa Doña Juana Rangel de Cuéllar, quien donó solemne-mente media estancia de ganado mayor (782 hectáreas), en el sitio GUASIMAL, para lo cual se dispuso todo de tal manera hasta hacerse una escritura pública en su casa del sitio de Tonchalá, ante el alcalde ordinario de Pamplona, don Juan Antonio de Villamizar y Pinedo, el 17 de junio de 1733. Un grupo de esos vecinos estuvo presente en aquel sencillo y trascendente acto, y aceptaron la escritura de donación “por sí y en nombre de los demás vecinos, y le dieron las gracias a la señora otorgante y lo firmaron”. Después de aquella escena de Tonchalá sucedieron otros actos tendientes a la erección de la parroquia: Se otorgó poder a un abogado de la Real Audiencia de Santa Fe para solicitar dicha erección y se le dieron instrucciones; se obligaron los vecinos con sus bienes para la fundación y dona­ción, edificación de la iglesia y congrua del cura. El cabildo de Pamplona hizo manifestación de aprobación y de reconocimiento sobre la conveniencia de erigir la nueva parroquia. Los trámites concluyeron con la licencia que otorgó el Arzobispo de Santa Fe, monseñor Antonio Claudio Alvarez de Quiñónez, el 13 de noviembre de 1734 y se le dio el nombre de PARROQUIA DE SAN JOSÉ DEL GUASIMAL.Con la escritura de donación de doña Juana se inició la formación del poblado. Una iglesia de “horcones de madera y paredes de barro embutido, cubierta de madera con tres puertas y la princi­pal con su cerrojo y llave” fue el centro alrededor del cual se inició la demarcación de la plaza, calles, manzanas y lotes en aquella media estancia, cuyas extensiones aledañas vinieron luego a ser los ejidos del pueblo. La vida a partir de aquel momento empezó a girar alrededor de la iglesia parroquial y las faenas se combinaban entre las labores de construcción de casas y los trabajos de campo que se ejecuta­ban por esclavos de raza negra, con lo con lo cual el trasegar de los comerciantes y peones salpicaba de colorido a la aldea naciente. El comercio giraba en torno al cacao, añil y a “ropas y frutos de Castilla”. Durante todo el resto del siglo XVIII la aldea tuvo un progreso considerable por el comercio, en condiciones que para la última década del siglo era San José la más floreciente de aquellas poblaciones de los valles del Zulia y Pamplonita. Paralelo al crecimiento, se creó (1764) la viceparroquia de Nuestra Señora del Rosario de Cúcuta, para atender las necesidades espirituales de un grupo de vecinos de aquella parte del valle. Esas dos parroquias, San José y el Rosario, desde entonces se ataron a un mismo destino con el nombre de Cúcuta. Sus aspiraciones las llevaron al mismo tiempo a obtener del monarca Carlos IV de España el título de “Villa” en sendas Cédulas Reales que tienen cada una la fecha del 18 de mayo de 1792. A la San José se le dio el título de “MUY NOBLE, VALEROSA Y LEAL VILLA”, a la del Rosario “NOBLE, FIEL Y VALEROSA VILLA”. Todos ellos eran de Cúcuta, así hubieran nacido en San José o en el Rosario. El 21 de abril de 1793 el Teniente de Corregidor de Pamplona don Juan Antonio Villamizar Peña como comisionado del señor virrey de Santa Fe dio posesión a los vecinos de la parroquia de San José del título de “MUY NOBLE, VALEROSA Y LEAL VILLA DE SAN JOSÉ DEL GUASIMAL” otorgado por el Rey de España y lo hizo publicar en la plaza “a son de caja y voz de pregonero”. Después se asignaron ejidos y dehesas, se establecieron rentas, se reconocieron los linderos de jurisdicción, se nombró el primer maestro de escuela, se nombraron primeros regidores de Cabildo, se eligieron los primeros oficios concejiles y se dictaron las Ordenanzas del Buen Gobierno para la Villa. Un padrón del vecindario de San José del año 1792 le señalaba 3.855 almas. Terminaba el siglo XVIII cuando pasó por Cúcuta y sus valles el precursor don Antonio Nariño. Venía disfrazado de cura y a lomo de una mula, traía de Europa literatura rebelde de la época y quizás venía a aliviar sus precarias economías con el recaudo de algunas participaciones en los negocios de cacao que tuvo en este valle, antes de salir preso por la causa que le siguieron, con el comerciante de la Villa del Rosario, don Pedro Chaveau.

EL CLUB RAPTOR´S CIUDAD JARDIN


Se coronó campeón invictó del Torneo Depatarmental de Baloncesto Masculino categoría SUB-15, que se desarrolló en club cazadores, luego de vencer en la final a su similar del Colegio Salesiano, dirigido por el profesor Antonio Vera, el tercer lugar fue para el equipo de Cañoneros que le ganó al club Esliba.
Además de los ya mencionados, participaron los equipos de Pamplona, Cazadores, Bravos del Norte y Academia.
El club Raptor´s dominó ampliamente a sus rivales tanto en la primera ronda como en el cuadrangular final, la ruta hacia el éxito fue la siguiente, venció en dos oportunidades a los equipos de Pamplona, cañoneros y cazadores, en la ronda final venció a esliba, a cañoneros y en la final al salesiano, demostrando de esta manera, que fue el mejor equipo del torneo.
El mejor encestador del Torneo fue Felipe Armando Pinto del Club Raptor´s ciudad jardín, con un total de 178 puntos en 9 partidos, para un promedio de 20 puntos por partido.

IGLESIA FRANCISCO DE ASIS


Fecha de creación: 2 de febrero de 1974Dirección: Avenida 15E #8AN-60, barrio Ciudad JardínTeléfono: 5743378Fax: 5753922Patrono: San Francisco de AsísFiesta patronal: 4 de octubreBarrios o sectores que la conforman: San Eduardo, LosAcacios, Ciudad Jardín, Urbanizaciones La Mar, Linares,Florimar, La Esperanza, Los Próceres, Urapanes, Galicia,Arconada I y IIHorario de Eucaristías:Lunes a sábado: 6:30 a.m., 5:00 p.m. y 6:30 p.m.;Domingos: 7:00 a.m., 10:00 a.m.,5:00 p.m., 6:00 y 7:30 p.m.Grupos eclesiales: 45.

PRIMER HABITANTE DE CIUDAD JARDIN



Trabajador incansable y líder natural, Hilario Mojica, ha vivido como ningún habitante la historia de Ciudad Jardín. Él, junto a un grupo de vecinos de espíritu pujante y comunitario, construyeron, literalmente, lo que hoy se conoce como el Rinconcito Cívico y Popular de Cúcuta. Cuando el desaparecido Instituto de Crédito Territorial inició el programa de autoconstrucción para las clases menos favorecidas, él no tardó mucho en convencerse de que esa era su oportunidad para tener casa propia y dejar de pagar arriendo. Corría el año de 1965. Hilario, trabajador incansable, se levantaba todos los días en punto de las cinco para irse a conducir el bus de la empresa Expreso Bolivariano, empresa que ayudo a forjar a brazo partido desde que se convirtió en el primero en cruzar la frontera con un bus cargado de pasajeros cuya carrocería estaba hecha en madera. Su disciplina, su carácter emprendedor y el amor por su familia lo impulsaron a visitar las oficinas del Instituto de Crédito y formarle cantaleta a los funcionarios hasta convencerlos de que reanudaran el programa de autoconstrucción, que había tenido un intento fallido en el barrio Guaimaral. “Yo me comprometo a convencer y liderar un buen número de personas para que se unan al programa y no les hago perder ni un centavo”, les dijo a unos ingenieros amigos suyos con tal talante de caudillo popular, que terminó por convencerlos. Fue así como se inició la construcción de lo que era para entonces las etapas V y VI del barrio Guaimaral. Más allá de la Avenida homónima no había absolutamente nada, salvo monte, lagunas, y una cantidad indeterminada de mosquitos tragahombres que se alborotaban cada vez que alguna lluvia bendita caía sobre el Valle del Pamplonita y que anegaba los terrenos sobre los cuales se construía el nuevo barrio. Hilario se armo de valor y convenció, uno por uno, a decenas de padres de familia que, como él, necesitaban un techo propio, para que entre todos construyeran su futuro. Sin embargo, esta tarea no sería del todo grata en un principio. “A mi me toco luchar mucho con ellos. No quería trabajar porque decían que le estaban trabajando era al instituto y que a fin de cuentas era el Instituto el que se iba a quedar como dueño de las casas”. Ahí fue donde se puso a prueba su tesón de liderazgo. Los reunió a todos y les metió en la cabeza que eso que estaban trabajando no era para ningún gobierno sino para ellos mismos y sus familias, que el trabajo era arduo pero que ahí, en esas tierras estaban construyendo el futuro de sus hijos. “Les dije: miren señores, esto es para nosotros mientras estemos vivos, para que lo disfruten nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Así que los invito a que sigamos construyendo entre todos nuestro propio futuro”. Sagradamente, cada sábado y domingo, durante cerca de un año, Hilario se levantaba a las seis de la mañana, caminaba desde su casa en el barrio Sevilla y llegaba al sitio de la construcción a las seis y treinta, mucho antes que los ingenieros, los albañiles y cualquiera de sus compañeros de obra. La única obra civil que había para entonces eran las cuadrículas pavimentadas que se convertirían en calles y algunas luminarias. De resto no había nada, ni siquiera vías de acceso. Monte y únicamente monte era lo que se divisaba. “Nosotros llegamos fue a desmontar, como cualquier colono. Aquí había trabajo para todos. El que sabía de albañilería le ayudaba a los albañiles, el que sabía de plomería ayudaba a instalar las tuberías internas. Cuando yo veía a algún grupo de desocupados los armaba con machetes y los mandaba a quitar maleza” “Había una laguna y en ella abundaban los zancudos que no nos dejaban un minuto de paz. Pues quién dijo miedo: con más de veinte viajes de grava rellenamos la laguna hasta que la secamos y pudimos abrir un camino por encima de la misma” No era ese el único problema. Los habitantes sentían que estaban construyendo sus casas en un sector rural y no urbano, máxime cuando con solo caminar un par de minutos llegaban a la orilla del río Pamplonita de donde traían algunos viajes de agua. Seis meses después la primera casa en obra negra estaba terminada y se la adjudicaron a Hilario, en recompensa por su labor de liderazgo y compromiso con la obra. “Una vez los ingenieros del Instituto nos reunieron y nos explicaron cual iba a ser el sistema para entregar las casas. Iba a ser por sorteo: el número del lote que cada quien sacara, esa iba a ser su casa. Pero dijeron: el único que no va a entrar en sorteo es el señor Mojica. A él le vamos a adjudicar la primera casa que se esté terminada” Y así fue. Sin embargo. Fue en ese momento donde Hilario tuvo que medir fuerzas con el destino, pues aún le faltaba un escollo más superar, antes de cumplir el sueño de vivir en su propia casa: su esposa no se quería ir a vivir allí. “Ella nunca, durante la etapa de construcción, quiso venir a asomarse ni siquiera por curiosidad ni por mucho que yo la invitara. Le decía: mija, lléveme el almuercito a la obra y de paso la conoce, para que vea donde es que vamos a vivir. Nunca vino. Me mandaba la comida con alguno de los hijos pero ella no quiso venir” La razón era sencilla: su esposa no quería irse a vivir a un sitio tan alejado de la civilización, en medio del monte donde abundaban las culebras y las plagas de insectos que se los iban a comer vivos y donde en cualquier momento de lluvia fuerte, el río abundaría y se los llevaría con casas y todo. Así que cuando los ingenieros le dijeron a Hilario que su casa estaba lista y que se fuera a vivir ya para que al mismo tiempo les sirviera de celador para el almacén de materiales, él tuvo que tomar las riendas del asunto y tomar una determinación que tal vez le podría costar el matrimonio: “Le dije: bueno señora, o se va usted conmigo, o me voy yo solo, pero yo no me voy a quedar un día más en esta casa y seguir pagando arriendo” Su señora acabó por convencerse, más por fuerza de la conveniencia que por convicción, y de esta forma Hilario y su familia se convirtieron en la primera familia habitante oficial del naciente barrio, que a propósito, era oficialmente Guaimaral V Etapa. Pasado un año o tal vez dos de haberse habitado casi en su totalidad las casas construidas, un grupo de vecinos tuvo la idea de tener su propia junta de acción comunal que se preocupara por sus problemas inmediatos sin tener que recurrir a la junta de Guaimaral, que bastantes problemas tenía que resolver ya. En la Secretaría de Gobierno Municipal les dijeron que no había problema, pero que tendrían que disgregarse de Guaimaral, condición que acrecentó los ánimos de los nuevos pobladores que en menos de una semana convocaron una asamblea general para detallar los pormenores del asunto. Se reunieron un 20 de Julio en lo que para ese entonces era el almacén de materiales del Instituto y actualmente es la Escuela, y allí plantearon que antes de elegir junta alguna debían elegir un nombre para el barrio. “Lo sometimos a votación. Se propusieron cinco nombres que fueron: San Eduardo, por la hacienda de caña que quedaba cerca, Zulima, Juana Rangel de Cuellar y Ciudad Jardín, que al final fue el que contó con mayor votación” “Ciudad Jardín lo propuso un señor bogotano: Luís Bernal, porque él vivió en el barrio del mismo nombre cuando estaba en Bogotá, y quiso mantener vivo el recuerdo de su pasado proponiéndolo en la asamblea. Fue un nombre que gustó mucho” Al año siguiente, los habitantes decidieron festejar el primer año oficial del barrio con una pequeña celebración que incluyó una serenata que llamaron: Serenata Jardinera, y ha sido tal el espíritu cívico y comunitario de sus habitantes, que desde entonces y de forma casi sagrada, cada 20 de Julio Ciudad Jardín celebra su aniversario con tres días de fiesta y bullaranga que incluyen el carnavalito que va por todas las calles del barrio, y la inolvidable Serenata Jardinera. Hilario ya no habita aquella primera casa que le adjudicara el Instituto de Crédito Territorial, pues al año cumplido pidió que lo cambiaran de esquina porque el prefería la otra y se lo concedieron. No había razón para negárselo. A fin de cuentas, gracias a su labor encomiable, los habitantes de Ciudad Jardín pueden seguir celebrando cada 20 de Julio, todos los años que quieran. Dia: 2007-08-01 12:32:10 Ultima actualizacion: 2007-08-01 12:32:10 Autor: Jhon Jairo Jaimes